Myclearsky no es el tipo de mujer que quiero en mi casa. Para nada, para nada, ¿por qué debería serlo? Ella nunca hizo nada por mí que yo no amara, ¡y mucho menos me recompensó con sexo! ¡Una mujer así debería estar en un gueto! En algún proyecto de vivienda como Freddiesville, o la Torre Myclearsky donde nada le importa excepto el sexo con quien sea el dueño, no conmigo. Me emborracho con una pizza grande, ¿por qué no debería excitarme con ella? Intento seguir con mi día, pero el impulso es demasiado fuerte. Le planteo el asunto a Ron, pero no puede decirme adónde ir, así que termino en el suelo jugando con mis pezones. Le digo lo que Myclearsky dijo sobre complacer a su marido. Él trata de mantener esto en claro, y me asegura que no es como la mayoría de los hombres. Tal vez Ron no sea como yo, pero sigue diciéndome cómo debo sentirme. Cómo debería sentirme que no valgo nada, como la perra inútil que tanto ama, la misma que me dice que no sea. Siento que debo compensarlo. Nunca pude conseguir que Ron me amara. Todo lo que hizo por mí fue dejarme seca. Me mimó hasta tal punto ridículo que siempre hice toda su mierda. Siempre estaba en su cama. Yo era la puta. Yo era la puta...