Así que Inmoral estaba golpeando su cara con una fuerza y ritmo que ninguno de mis jadeantes cerebros podía entender. Ella golpeó su coño tan fuerte que mi cara voló hacia arriba mientras que Tan Inmoral tomaba sus respiraciones frenéticas, su gemido andrajoso, su liberación caliente en sus tetas mientras yacía allí jadeando y jadeando. Ella le miró con ojos húmedos y le susurró al oído que a Tan Inmoral le encantaba follar y adorarle. Sentí sus palmas caer sobre mi cabeza y sus labios sobre los míos y So Immoral me susurró al oído, todavía rechinando su cara contra la mía, "Compláceme, Señor, haz que mi vientre palpite, haz que mis tetas se muevan, haz que mi coño se corra, lléname con tu polla, cógeme bien, pégame el coño, puta". '' <